miércoles, 11 de agosto de 2010

Los nombres del Quijote

Los nombres del Quijote
(Jesús Zulet)


Cada vez más, parece imponerse la costumbre de eludir la atención al significado de las cosas y de los nombres. Las prisas de la vida actual y los modelos o paradigmas culturales se desentienden de una mirada detenida y profunda. La creación visual debe resultar mucho más atractiva que significativa. Es una moda, y sólo es pura moda, gravemente castradora.
En los diversos talleres de dibujo que realizamos en Alcalá me gusta jugar con los nombres de El Quijote. Es algo a lo que prestamos especial atención los dibujantes porque todo nombre sirve para identificar una singularidad y para definir una realidad. Nos brinda un juego interesante. Cervantes de manera especial y abundante va a divertirse con ello. Al comienzo de su obra siembra el equívoco del nombre del personaje principal y escribe:
Quieren decir que tenía el sobrenombre de “Quijada”, o “Quesada”, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas veriosímiles se deja entender que se llamaba “Quijana”.
Para mayor complejidad en unas ediciones aparece como “Quexana” y en otras “Quisana”. Esto ha generado interminables debates sobre las verdaderas intenciones del autor y sobre las sucesivas correcciones de la obra original. Al final de la obra el Quijote se llamará: Alonso Quijano, el Bueno.
Con el otro personaje inseparable: Sancho Panza se repite la broma:
Tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas, y por esto se le debió de poner de nombre de Panza o de Zancas, que con estos dos sobrenombres le llaman algunas veces la historia.
Yo animo a dibujar esos nombres y a ver sus cualidades. Y nos encontramos con un fascinante juego de dualidades. ¿Les parecen casualidades o errores de imprenta? Yo creo que estamos ante la reflexión del proceso de construcción de la identidad. Y eso es precisamente la clave de nuestro trabajo como caricaturistas, la búsqueda del parecido, de la identidad y la múltiple apreciación desde la mirada de los otros. Todo cambio de un nombre implica una metamorfosis, un cambio del ser. No es un pasatiempo para despistar al lector, estamos ante la propuesta de la construcción del yo y de la interrelación con los otros.
Hay tres fases en la construcción de esta identidad:
-Una primera aproximación a nuestra propia condición: o quijada o quesada.
-Una lectura de lo que dicen los demás, que resulta cambiante. Unos optan por el comienzo del “qui” y otros por el “que”, con igual terminación “xana” leída o bien como sana o jana.
-Un final que nos desvela la perfecta definición de Quijano conformada tras las múltiples peripecias de una larga obra.


Todos los lectores comparten el carácter dual, contradictorio y complementario de ambos personajes principales y muchos destacan su profunda interferencia: se “quijotiza” Sancho y se “ensancha” el Quijote.

Yo creo que este proceso es todavía más intenso. En la definición de esos sobrenombres hay un desdoblamiento del carácter de cada uno de ellos. Una parte del Quijote, aquel que alude a su condición de queso se corresponde con el ser de Sancho. Y a la inversa, el mote de Zancas encaja mas bien con la dimensión quijotesca. Somos parte de los demás y los demás configuran nuestro yo en un proceso dinámico. El andante es el que anda y el arriero quien hace andar. ¿Quién es quién?.
 
(Tomado de : http://blogs.elcorreo.com/jesus-zulet/2009/12/19/los-nombres-el-quijote)

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